Llamado de emergencia del sistema 911 (lo leíste cantando) ja jaja ya pongámonos serio.
Sé que te sonará familiar este título, esta vez vamos a conocer una de las tantas facetas de Dios, en la cual, todos hemos pasado por su asistencia.
Estaba de retiro hace poco, dentro de él nos pidieron que hiciéramos parejas para reflexionar un texto. Mientras mi compañero leía (solo había un juego de copias), me quede observándole porque lo noté un poco triste, en eso le pregunté: ¿qué te ha parecido el texto? Él empezó a contarme cosas muy profundas de su vida personal, supongo que llevaba tanto adentro que no se dio cuenta que mi pregunta se quedó sin respuesta… pero una frase que me dijo me llamó mucho la atención: “tengo un Dios bombero”, se me hizo curioso, porque a todo esto que me estaba confesando no coincidía con la imagen que me vendió de sí mismo, fue ahí cuando aprendí algo muy valioso:
– Le damos a la gente lo que quiere ver de nosotros. Por eso nos decepcionamos con frecuencia porque le atribuimos a las personas cosas que no poseen.
– Hay sufrimientos que se esconden bajo una gran sonrisa. Nadie se imagina que guarda una persona a quien vemos tan alegre, tan chistosa, etc… quizás le esté dando la batalla a sus demonios internos y ni siquiera lo sepamos.
- Aquí dejo la importancia del compartir, del abrirse a los demás, de no dejar que porque alguna vez te fallaron cerrarse al amor (ágape). Ser amable es fundamental.
- Podemos llegar a desconocer aún conociendo: esto sucede cuando nos conformamos con la biografía breve que nos brindan, creemos que ya conocemos todo de esa persona, pasa el tiempo y te das cuenta que has estado compartiendo con un desconocido. Hay que hacerse muy cercano al otro, pero sin ser entrometido (respetando límites), ya que esto puede ayudar en las relaciones humanas; sería ideal que tuviéramos esa sensibilidad con la persona que tienes al lado, que apenas empieces a notar cambios seas capaz de brindarle tu oído, porque al final todos necesitamos de todos.
En cortas líneas puedo decir que debemos sentir un poco de vergüenza de buscar a Dios para que solucione todos nuestros problemas, cuando nosotros mismos somos responsables de nuestros actos, suele pasar que hacemos las cosas y le damos el último lugar a Dios, pero en tiempo de crisis Él es el primero que viene para apagar el desastre que hicimos en nuestra vida, aun así se acerca a nosotros como un socorrista y no como un juez, entonces si Él está para nosotros, ¿por qué nosotros no estamos para Él? ¡Busquémosle en todo momento!
Es cuando tocamos fondo cuando estamos más propensos a contemplar la gloria de Dios, porque en el fondo tememos al dolor que viene con la verdad.