Sesión iniciada. Home. 2 pedidas de matrimonio, un viaje por Cancún, 2 ascensos de empleo, 1 carro nuevo, dos empleos magistrales y envidiables. Cierro sesión.
¿Te has preguntando qué tan afectado te sientes por tener acceso día a día a la vida de los demás? Esas vidas que obviamente tienen lados oscuros y asuntos de estrés pero que solo muestran un timeline de glamour, éxitos y razones para sentir envidia. ¿Te ha pasado? Vamos, no me mientas…
Cuando las redes sociales fueron creadas y bautizadas como el nuevo medio de comunicación se pensó que serían algo ingenuo e inocente: un nuevo canal para que todos pudiésemos interactuar, conectarnos y poder entablar conversaciones con los que tenemos cerca y aquellos que la vida nos puso más lejos pero que ahora la tecnología nos traía de vuelta. Y está bien, en gran parte del tiempo cumplen con esa labor.
Pero… ¿qué pasa con la otra parte de la historia? Ese lado que vamos desarrollando al tener tanto contenido feliz pasando, primero con las publicaciones básicas y ahora con más contenido gracias a las stories. Debemos admitir que vivimos en una guerra silenciosa pero directa en donde cada publicación que hacemos es un intento desesperado por lucir más felices, interesantes y exitosos que los otros mil y tanto de seguidores que tenemos. Es como si quisiéramos probar algo, como si fuese necesario que todos supieran que estamos bien, viviendo el sueño de nuestras vidas y que no tienen de qué preocuparse, salvo sea para sentir envidia. Y claro, siempre están los que hacen la excepción a la regla publicando todo lo contrario, haciendo un circo mediático de la demacrada y poco interesante vida que llevan, siendo este un posible intento de llamado de atención para causar interés en lo negativo y raro, aunque ese es un tema para otro escrito.
En resumen, he visto y sentido en muchas ocasiones las ganas de tirar mi celular (pero sin que le pase algo malo) y desconectarme de la vida social de todos por un rato. ¿Por qué? Pues porque es un ataque en muchas ocasiones a tu autoestima, sobre todo cuando estás en un momento de estancamiento, de dudas o de fracaso personal, ya sea a nivel emocional, profesional o familiar.
Y tómalo como quieras, puedes pensar incluso que todo esto es mero show de una drama queen que no tiene nada en qué pensar, pero la verdad es que aunque somos seres empáticos y que debemos sentir felicidad por los logros de los demás, nos cuesta un poco sentir esa felicidad por otros cuando nuestra vida va en otra marea, en agonía mas bien. Por eso, la exposición mediática de todos por demostrar que su vida es más entretenida y en camino al éxito que los demás es una guerra interna que vivimos a diario para no sentirnos incompetentes por el derroche de esplendor humano que todos parecen proyectar, obviando sus secretos y demonios internos.
¿Mi reflexión? Tienes 2 opciones: puedes seguir viendo lo que hace cada persona en redes y sentirte mal al compararte permanentemente con su estilo de vida… o puedes ser un amigo de las redes de forma cautelosa, viendo lo necesario, dedicando tu tiempo a algo más productivo que ser un consumista social de lo que otros hacen y haciendo tu propia vida, a tu ritmo, paso a paso y sin tanto interés de convertirlo en una cronología que alguien debería prestarle atención. Si te sientes feliz con tus logros, con tu vida en general y sabes que el tiempo tuyo no es el mismo de otros, valorarás más lo que la vida te va dando y lo que vas ganando por tus esfuerzos. ¿Qué importa si aún no tienes el trabajo ideal o si aún no te piden la mano en París?
Dar gracias por la vida de por sí es un regalo que muchos ignoran y tú tienes todas las de ganar para disfrutar a plenitud tu propio viaje y camino que poco a poco traerá todo tipo de sorpresas.
Revisa tu celular, pero no seas un dependiente de la vida de otros para sentirte mejor o peor contigo mismo. Es tu vida, vívela.
#comoungranitodemostaza #blog #blogcatólico #redessociales #autoestima #vidasperfectas #digital