Hoy ( tal vez cuando leas esto ya han pasado días) he vuelto, por decirlo de alguna manera, a una hora Santa. Pero tal vez se preguntarán: ¿qué tiene de especial? Pues para mí fue particularmente diferente, y no, no tuve una experiencia mística ni nada parecido, pero he de admitir que ya hace un buen tiempo llevaba a rastras un sentimiento o algo que no sabía dónde encajaba.
No quiero decir que encontré una respuesta a mis cientos de preguntas, pero me di cuenta de muchas cosas en esa hora frente a Jesús.
Primero me sentía extraño, pero como cuando te has ausentado tanto que dudas si esa persona te recuerda.
Además que por saludar a una Sra, yo terminé más cerca del altar de lo que esperaba. Pero sí, estoy agradecido, pues en mi caso ya había ido en decadencia, mi fe, mi espiritualidad en sí se había quedado en una esquina, pero ¿saben como lo reconocí?, cuando me saludaban y preguntaban: ¿cómo estás?, la respuesta era la misma «bien» ¿Han pensado que respondemos con una mentira la mayoría de la veces? Pues no estamos bien, pero lLa otra persona realmente quiere saber cuán mal estamos? Y si se lo decimos, ¿qué hará? Si esa respuesta no era la que esperaba.
Lamentablemente nos han educado para recibir un «bien» como respuesta y dar uno de vuelta si es el caso, pues ¿qué harás si te digo que estoy mal?.
Yo sé que vas a orar por mi, esa podría ser una respuesta, pero ¿y si lo que sufre la otra persona no le basta una respuesta de comodín?¿ Y si necesita algo más que sólo palabras, tal vez un abrazo?
La cosa está en que pensé en todo, y en alguien en especial.
Ella y sin darme cuenta, era ese abrazo a la distancia, era ese afecto desinteresado, ¿Han conocido personas así?, ! Son ángeles ! Sólo que como los de la guarda, ellos no se van del todo, pero toman distancia, ( los ángeles de la guarda por nuestro pecado).
Una persona especial, eso era y eso reconocí en ese momento frente al Señor. Recordé las veces en las que me preguntaba si había orado. ¿Tú le preguntas eso a los seres que amas?¿Quién pregunta esas cosas? Yo creo que alguien que ama, pero bueno no sólo pensé en ella, oré por ella, aunque ya no la pueda ver, siento que desearía volver el tiempo atrás, pero ahora sé que las cosas pasan, pero eso no significa que no duelan. Dejar ir a los seres que ama, es sin duda lo más difícil, pero ahora en ese breve momento frente a la eucaristía, sentí y debo admitir, a mi propio corazón, hace mucho que no lo sentía y al salir de la capilla, llegué a la casa, me encerré en mi habitación y tome mi camándula, para rezar el rosario, el cual también había dejado.
Debo admitir que mi mente y corazón seguían pensando en ella, pero ahora tengo paz y esperanza.
Para terminar me di cuenta que al culminar el rosario, noté que tengo una mesa en mi habitación, con un Cristo de San Damián y demás cosas mías, pero todas en desorden, entonces recordé lo que el director de cine mexicano Guillermo del Toro dijo una vez:
«La habitación es un reflejo de nuestro interior»
¿Cómo está tu habitación? ¿En orden o en desorden como la mía?
Si es lo segundo, entonces ya sabes que hacer…
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