Quisiera ponerme en onda de palabras bonitas y contarles que ando de viaje en curso de evangelizadores y que todo suene muy fancy e importante, pero ese era mi pensamiento antes de adentrarme de lleno en un curso/retiro que está sacando lo mejor o peor de mí. Lo mejor sólo puedo mencionarlo: estoy aprendiendo, nutriéndome, haciendo nuevos amigos y sé que saldré de acá llena de herramientas para replicar mi experiencia. Lo curioso es que quiero hablar justo es de su contraparte… de lo peor que ha sacado de mí, eso sí, con un ánimo profundo para cambiar y renovarme. En la clase de espiritualidad del evangelizador me han dado tremenda cachetada… o más bien fueron dos. 1. Me han cuestionado qué tanto lío he hecho desde Río 2013 cuando el Papa Francisco llamó a los jóvenes a activarse. Al inicio podía dar una respuesta simple y segura indicando que obvio, con mi proyecto he hecho bastante. Pero el punto que sigue solo tumba ese pensamiento superficial donde me siento la gran cosa por pensar algo en donde los demás puedan conocer a Jesús, cuando en realidad se trata de que yo vea a Jesús en los demás. 2. ¿Hago lo que predico? O pero aún… ¿predico cosas simples sólo para no dejar mi comodidad espiritual? En resumen, no he sido capaz de ver a Jesús en un mendigo, un delincuente, una prostituta y así… por el hecho de que yo, María Gómez, no he querido quitarme la venda para ir a su encuentro, es decir, me he mantenido en 4 paredes seguras donde protagonizar es fácil, cuando en realidad la cosa va como decía una amiga peruana de este curso: hay que hacer luz en las tinieblas, no donde ya brilla demasiado la luz. Por eso, de este primer día, saco de reflexión que debo ser contemplativa de la realidad, para luego ir al encuentro de ese que más lo necesita. Porque como dice Mateo 25, en ese que no tenía que comer, que estaba enfermo o desnudo… allí estaba Jesús. Por otro lado, me he hecho una radiografía más clara y confirmada que una médica donde he comprendido que no vale tener el área espiritual bien bonita si otras áreas como la familia, salud, economía y afecto están por el piso. ¿Dónde está la integralidad de eso? Y me he preguntado… ¿acaso vale un servidor que asiste a todo tipo de reuniones y es el modelo de miembro pastoral cuando en casa todos se odian o cuando no tiene un empleo luego de haberse graduado y no hace nada al respecto? Ustedes respondan por su cuenta a eso. Estoy dispuesta a hacer una reflexión por día, esta es la primera…. Seguiremos informando.