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En cuarentena con mi ansiedad

By 3 de abril de 2020agosto 1st, 2020No Comments

Por: Mariee Gómez

 

Desde que estaba en casa hace unos meses la sensación de miedo, agitación y desesperación se habían disminuido. No puedo decir que los episodios o crisis estaban de vacaciones porque siempre se daban su vuelta de vez en cuando para recordarme que todo este “feeling” de paz era temporal. La decisión de tomarme un tiempo en casa para re ordenar mis ideas y ponerme a trabajar mi ansiedad estaba dando frutos porque mi nivel de estrés era mínimo. Y aunque sabía que al volver a trabajar eso regresaría, tenía la esperanza de que mis crisis bajaran y todo este tiempo en casa y haciendo mi vida como una muchacha libre de problemas pudiese favorecerme a la hora de lidiar con estos casos.

Sobre la marcha me había dado cuenta de que mi ansiedad se manifestaba por mi deseo intenso de tener todo bajo control. Mis listas de cosas por hacer me causaban ansiedad, el hecho de despertarme y saber que tenía pendientes agendados me causaba ansiedad y sobre todo, el hecho de querer tener todo listo de una vez me causaba ansiedad, al punto de que las pastillas y los ejercicios de relajación y la oración eran mi escape para sobrellevar todo.

Se lo había escuchado a una psicóloga que admiro mucho de que la ansiedad era una reacción al miedo que nos incitaba a luchar para salir del mismo. Afortunadamente yo reconocí cuando la ansiedad se asomaba en mi puerta y estaba aprendiendo ahora a controlarla… a no ser tan intensa con la organización y a simplemente dejarme llevar por mis humores y lo que el día me indicara que era mejor hacer. Había dejado de lado mi agenda personal que decía cuando debía leer, escribir, hacer ejercicio o ver Netflix, ya que hacía que incluso las cosas que disfrutaba hacer fueran un estrés por su constante programación. Y con el tiempo, me había vuelto enemiga de ese término: programación… lo odiaba. Me hacía sentir prisionera de mis actos y de cómo en la medida de lo posible debían ser cumplidos, como si vivir fuera una rutina que darle ganchos de “listo” para sentir que estaba haciendo algo.

Para no alargar el asunto, todo esto había sido trabajado durante los últimos meses, pero cuando la pandemia cubrió el mundo y fuimos obligados a quedarnos en casa, la ansiedad se dio cuenta que era su momento… su hora había llegado para retornar de las cenizas de mi paz mental para atormentar mi nueva rutina de aislamiento en casa y volver al origen: la desesperación.

Suena estúpido, pero tener todo coordinado le daba un aire de hacer pasar el tiempo y no vivir la vida, donde la paz era simplemente cumplir lo pautado (quehacer, ejercicio, escrito y otros asuntos) en lugar de sentir placer y calma al hacer cada cosa a mi ritmo. Debo admitirlo… han sido días difíciles. El hecho de estar en casa sin opción a tomar un aire o de salir a hacer cosas que no requieren esfuerzo ni planificación lo complica todo. Se complica más porque estando en casa no hay más opción que organizar que hacer porque si no estaría todo el día frente al celular refrescando el “feed” de Instagram o viendo viendo videos viejos de YouTube.

Me ha calmado un poco saber que no estoy sola en esto… he visto muchas publicaciones y videos de psicólogos dando “tips” de cómo afrontar la ansiedad de estar en casa, eso quiere decir que la batalla tiene otros peones que también están viendo como salen de esta crisis.

Mi punto es que a veces por temas de la vida volvemos al inicio de nuestros problemas o sentimos que rondamos en círculos y no hay escapatoria o avance, sin embargo, volver a las raíces es a mi concepto una forma de sentar realidad de que cosas como la ansiedad no se resuelven de forma “express” y se toman el viaje para nunca volver, son en realidad un “boomerang” que golpea hasta más fuerte de regreso pero que nos incita o reta a seguir luchando en su contra incluso cuando vemos un avance significativo.

Darle pie a la ansiedad es rendirse, pero recibirla y hasta preguntarle: ¿qué haces aquí? ¿qué quieres enseñarme en medio de todo esto?, es la oportunidad que necesitamos para re plantearnos cómo llevamos nuestra vida, si la estamos viviendo de verdad o si solo somos peones de un tablero de acciones que cumplimos a diario para sentir que tenemos un propósito. Que esta encerramiento por el Coronavirus sea un experimento mental para todos los que batallamos a diario con el monstruo de la ansiedad, siendo un momento de reflexión, de dejar de pensar tanto, de disfrutar la vida y de detectar nuevamente que cosas nos afectan o causan este miedo y así enfrentarlo con la mejor actitud y sin tanto programa.

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