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Siempre amanece

By 10 de marzo de 2021No Comments

Por Victor Calle

La noche no dure para siempre (Jn 21)

No hay persona que más apasione que Jesús de Nazareth, por ende, me llama profunda la atención esos textos que les llaman evangelios en donde recopilan sus hechos, enseñanzas, discursos, en fin: en donde se cuenta claramente su propuesta existencial.

Con este artículo no pretendo que te “conviertas” a alguna creencia, es lo que menos me importa. Lo que pretendo es dejarte una de las enseñanzas que rescato de mi texto favorito que siempre me acompaña cuando las cosas se ponen fregadas, difíciles, complejas y muchas veces uno no sabe qué hacer.

Si lo tienes por ahí chequéalo, es del libro de Juan capítulo 21, del verso 1 al 14 (Jn21,1–14). Es el texto de cuando el tipo de barba y pelo largo -cómo lo dibujan comúnmente-, se aparece resucitado en el lago tiberiades. Pero ¿cuál es la escena? Te pongo en contexto: sucede que estos manes (hombres) desde que se encontraron con este tipo, quedaron tan fascinados como su personalidad, su carácter, su simpatía, su libertad, su bondad, su fraternidad, su simplicidad, su risa, su alegría, su empatía, y un sinfín de características increíbles que tenía, que lo dejaron todo para seguirlo y conocer su propuesta de vida.

El que era comerciante no es que dejó de serlo, sino que dejó que los negocios fueran el centro de su vida; el que era doctor, no dejo de serlo sino, se dio cuenta que los títulos no valen nada cuando se comprende que todos somos iguales; el que era padre o madre no es que dejo a sus hijos, si no que los aprendió a amar con un verdadero sentido, entendiendo que el compartir cotidiano es vital; y el que tenía poco, en Jesús entendía que tener a Dios en el corazón para amar libremente, ¡lo era todo!

Lo siguieron, lo conocieron, lo invitaron a sus casas, estoy seguro que celebraron el cumpleaños de sus hijos y el barbón cantó happy birthday to you, y hasta porque no, se puso a repartir la torta y servir la coca cola que estaba en la mesa. Estoy seguro que se emocionó cuando los novios dijeron sí, cuando alguien logró tener su casa propia, cuando la vecina logró vencer el cáncer y cuando la hija de uno de sus hermanos logró obtener beneficios para estudiar en la universidad. También sé que lloró con la pérdida del padre de su amigo, con los niños que son abusados, y con la gente que sufre en las fronteras buscando una nueva vida.

Estos seguidores de Jesús compartieron la vida con él, una vez que decidió emprender su proyecto. Aceptaron seguirlo, conocer su perfil y ser parte de su comunidad digital porque su propuesta era atractiva y diferente.

Pero entre tanto compartir, tanto celebrar, tanto dar vida, se encontraron con que la noche después de cenar por la celebración de la pascua; lo arrestan y no solo eso, lo juzgan y asesinan colgándolo en una cruz.

Imagínate todo lo que compartieron, vivieron, rieron, sirvieron, viajaron, para que les terminaran matando al AMIGO. Tiene que haber sido frustrante, doloroso, penoso, sobre todo porque ellos creían que él era el mesías esperado que los libraría de todas las injusticias sociales, políticas, económicas y religiosas existentes en la época -que parece que hoy siguen ocurriendo-.

Los sueños se empezaban a perder, los proyectos se derrumbaron, empiezan a pensar en que van a decir los demás que dijeron que seguirlo era una locura. Imagínate a los seguidores diciendo ¡¿y ahora qué?!

El relato nos cuenta que estos muchachos están en el lago tiberiades; Pedro decide ir a pescar y el resto decide acompañarlo.

Es un detalle no menor; capítulos antes habían matado al maestro, con lo cual ellos deciden volver a lo que hacían anteriormente, pero no solo eso, sino que vuelven a que sus vidas dependan de aquello que hacían antes.

Dice el texto que estuvieron toda la noche sin pescar nada, o sea, además de que les maten el amigo del que creían que era el mesías y se sientan atemorizados pensando que les puede suceder lo mismo, vuelven frustrados con los proyectos y sueños hechos bolsas e intentan hacer lo que supuestamente son expertos, pero hasta eso les sale mal. ¡No logran pescar, aunque sea una sola trucha!

Imagínate la frialdad de la noche, el suspiro de derrota, el silencio de no saber qué decir, empapados, con hambre y llenos de frustración. Es en esa noche cuando todo se junta y pareciera ser que la vida no tiene sentido, que ni siquiera para lo que supuestamente eres experto sale bien. Esos son los momentos complejos de la vida, en donde te matan la esperanza, la alegría, la autoestima, la confianza en ti mismo y un sinfín de otras cosas. Los problemas económicos, los conflictos laborales, las desilusiones amorosas, problemas emocionales, y cualquier otro conflicto que te apaga es esa noche que pasan estos tipos en donde encuentran que es imposible ver porque todo está muy oscuro.

Lo hermoso del texto es que dice en el verso 4 que al amanecer, Jesús está en la orilla… En el amanecer el man está en la orilla…

Aun cuando la noche sea vea muy oscura, difícil y compleja, él es aquel que no se va, él es aquel que viene a dar calma, es él quien viene a traer luz, vida, aliento para no rendirte y a decirte que la vida tiene sentido porque tú se lo das y porque tienes mucho para vivir.

Así como en la tempestad el maestro está, el maestro no se ha ido, te ha escuchado y mirado en silencio, deja que sigas luchando con tus fuerzas para que te detengas a mirarlo y comprendas que la fuerza que necesitas viene sólo de él.

Jesús de Nazaret es el amigo que no se va, el amigo que no juzga, el amigo que acompaña, el que amigo que celebra pero que también abraza y llora cuando se necesita hacer.

Jesús el sol que te viene a decir que no se trata de ser experto en pesca o en lo que sea, si no de aferrarse a lo que más amas y luchar por eso con su ayuda.

Me emociona tremendamente cuando el texto dice que Jesús habla, qué maravilla, el maestro no está silente, el maestro no se muda, el maestro no se calla, te da aliento.

Así lo imagino yo: “Ey! Locos! ¿Qué onda? ¿No han pescado nada? Lancen la red hacia el otro lado, hacia la derecha”.

Su voz es conocida, cómo no amigos míos, si lo escucharon predicar, lo escucharon decir te amo, lo escucharon decir las parábolas, lo escucharon hablar con la samaritana, su voz es imposible de olvidar. Me los imagino con los pelos erizados, emocionados, tragando la saliva por la garganta, subiéndose las mangas para lanzar la red esperanzados que ahora si saldrán peces. Los imagino tomándose la cara, despertando del transe y volviendo a encontrar sentido. Los imagino con los ojos llenos de lágrimas al ver que la red se llena hasta casi reventar, los veo abrazándose diciendo que es el maestro. Los imagino ansiosos por llegar a la orilla y verlo, tocarlo, abrazarlo y decirle cuánto lo extrañaban.

Pedro es el simbolismo de todos aquellos que no seríamos capaces de esperar en la barca porque la oscuridad ha sido tan grande que necesitamos verlo cuanto antes y abrazarlo para sentir fuerza y seguridad.

Jesús está en la orilla, en el amanecer, esperando con las brasas encendidas, para servir la mesa, para compartir la comida, para sentarse en familia, en comunidad y partir el pan que significa repartirse para ser alimento vital para el otro.

Qué bello ver qué aquellos que andan deambulando frustrados, terminan viendo el amanecer con una pesca abundante que solo Jesús puede dar. Una vida abundante, con sentido, al margen de todo lo que haya podido pasar. Porque definitivamente al maestro lo mataron, eso no se quita, lo sucedido esta. Pero no por eso se puede seguir avanzando en milagros, abundancia, haciendo lo que nos apasiona teniendo certeza de que él es la luz del mundo que nos espera en la orilla. Viene darnos de su nueva vida, viene a dar la resurrección.

Cuando pienses que nada tiene sentido, que la vida esta tremendamente difícil, o te sientes solo, angustiado, triste, desesperanzado, te quiero decir que tienes que saber que Jesús no se ha ido, y está ahí, toma la iniciativa y no te abandona.

Termino diciéndote; a veces Jesús que se aparece en la orilla y siempre está, se manifiesta en aquel amigo, amiga, familiar, guía o especialista que está presente en tu vida. Apóyate en aquellos que están dispuesto a darte la mano, siempre hay alguien. Apóyate. de la tecnología, no importa si están lejos, hay un sinfín de formas de comunicarse. Yo tengo un amigo argentino (che querido) y aunque que está lejos, nos acompañamos en el camino dándonos ánimo.

No te rindas, vales mucho, aunque la noche se vea muy oscura y parezca muy larga, recuerda que siempre amanece.

Siempre sale el sol y Jesús está en la orilla para acompañarte en todos tus procesos sin juzgar nada, si para darte una vida abundante en su amor para que te ames y ames libremente.

Siempre amanece…

¡Te abrazo!

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