Casi se va el 2019… el año que a muchos les resultó el momento justo de grandes cambios, de tomar decisiones fuertes, de esas que son tan radicales que son el comienzo de una nueva vida, perspectiva y caminar.
Casi se va el 2019… el año en que perdimos a mucha gente, y no precisamente solo a los que fallecieran, sino porque se esfumaron de nuestros chats, lista de llamadas e invitaciones para almorzar de un día para otro. Los vimos tomar otro rumbo, encontrar nuevas amistades y olvidarse de la rutina que antes teníamos sólo para adoptar otra. Ahora acabándose el año ni siquiera están en la lista de contactos favoritos, pero saben que si un día muy pronto o lejano quieren volverse a conectar, aquí estaremos para verlos regresar.
Casi se va el 2019… el año en que tuvimos que crecer, quizás algunos más rápido que otros. Fue el año en que nos dimos cuenta que estar cómodos en lo mismo y sin dar un solo avance es de flojos, y que ver a los demás trotar cada vez más rápido en su carrera de vida alcanzando logros nos causaba temor, nos ejercía presión y nos hacía sentir como si lo que hiciéramos no fuera suficiente. Fue el año en que tuvimos que ponernos en pie y decir: ¡vamos!, porque ya mucho tiempo habíamos estado haciendo lo mismo y ya era hora de afrontar miedos, empezar a trabajar por metas importantes y hacer sacrificios que nos impactaran luego de forma positiva. No fue el año en que competimos con otros, sino que empezamos a buscar nuestro propio camino.
Casi se el 2019… el año en que aprendimos que la salud mental es primero. Aprendimos que el estrés, la depresión, la ansiedad y todo lo que nos da vueltas en la mente no tiene que ser parte del ciclo que llamamos “normal”, sino que debe ser tratado, hablado y de ser necesario… soltar todo lo que nos causa eso. Fue el año en que dejamos atrás el miedo a expresar nuestros temores y problemas, porque ser escuchado resultó el primer paso a sanarnos.
Casi se va el 2019… el año en que aprendimos a olvidar. Nuestro corazón quizás venía destrozado o en dudas desde el año pasado, pero este año nos cansamos de la incertidumbre y dimos ese paso valiente para darle fin a lo que nos mantenía en vela cada día y noche. No sé si tu amor me hizo bien o mal mientras duró, sin embargo, este 2019 fue el punto culmen de tanto estrés por tratar de comprender, de esperar y de esperanzarnos. Fue propicio uno que otro tropezón o lágrima para tomar la decisión, pero este año fue el que nos dio la dicha de cerrar esas puertas y ventanas de una casa destruida entre sombras para salir a caminar en un bosque encantador y con aires frescos para ver un nuevo panorama en el amor.
Y casi se va el 2019… el año que me ha enseñado tanto. Entre caídas, buenas sorpresas y una que otra emoción encontrada, sé que he aprendido mucho este año. A creer más en mí, a trazarme sueños más apasionantes, a dejar el miedo y hacer cambios, a dejar ir, a dar la bienvenida y a conseguir la motivación para aspirar a más, no en competencia con otros, sino para superarme a mí misma.
Porque si algo he aprendido este año, es que cada quien lleva su propia carrera a su manera, con sueños distintos, ritmos distintos y enfoques que no se parecen en nada unos con otros… y eso es lo que hace todo tan mágico. Aprendí que el tabú de las benditas metas de la adultez son solo eso… un tabú, porque en la realidad cada quien bajo su estilo de vida aspira a cosas diferentes pero que son en gran medida igual de importantes. Solo sé que este 2020 que ya viene llegando seguiré confiando en mi ambición, mi felicidad, mis sueños y mi ritmo, porque si a final de cuentas te acuestas despidiendo el 2019 con una sonrisa… es porque todo lo que has trabajado y pensado ha sido tal cual como tú querías.
Por un 2020 lleno de alegría, ¡salud!
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